Me encantan esas pequeñas historias dentro de una Novela, esas razas Xenos,
acontecimiento y otros detalles que salen en algún libro, como una parte
secundaria pero que podrían dar mucho más.
Desde que leí sobre Los Megarácnidos que me moría de ganas de hacer una pequeña
tesis y recopilación de información sobre ello, y después de varios años, pues
al fin lo he hecho. Son los primeros Xenos que aparecen en la herejía, mostrando
una gran variedad de guerreros distintos, todos ellos despiadados.
Os dejo un video, por si preferís escuchar la tesis en lugar de leerla. En el video, podréis
encontrar un poco más de info, https://www.youtube.com/watch?v=KYl4bTa_bv8
Dicho esto, al ataque.
>Rasgos generales
La fisonomía básica de un megarácnido es la de un insecto, muy parecido a
una hormiga, con ocho patas, cuatro que usaban para caminar y las cuatro
delanteras como armas. A partir de aquí, podían adoptar diversos tamaños y
formas, desde obreros con manos en forma de pala, guerreros armados con cuchillas
afiladas y gigantescas criaturas del tamaño de un titan.
En cuanto al nivel de inteligencia y organización social, es complicado
hacer una valoración. Recubren sus partes quitinosas con aleaciones de metal,
para reforzar su armadura natural y dar a sus extremidades funciones
específicas. De igual modo son capaces de gobernar el clima. También demuestran
cierta táctica al combatir.
Podemos decir pues, que eran una raza inteligente capaz de elaborar
tecnología y realizar complejos planes.
>Poder militar.
La principal baza militar de la que disponían fueron las tormentas escudo. Gracias
a una especie de grandes torres en forma de árboles blancos, los megarácnidos
convocaban poderosas tormentas que eran capaces de destruir las naves de
desembarco de los astartes, y los que llegaban al suelo quedaban aislados,
incapaces de comunicarse con la flota o con grupos cercanos a causa de las
interferencias que provocaban. Incluso, con ellas, podían lanzar rayos dirigidos,
aunque con nulo efecto sobre los astartes a causa de sus armaduras, pero que, indudablemente,
sí que podía causar daños graves a guerreros menso acorazados, como la Guardia
Imperial.
Sus soldados básicos eran los guerreros megarácnidos, criaturas de 3
metros de altura y 8 extremidades, las cuatro delanteras extremadamente
afiladas, capaces de destrozar las agramaduras astartes con gran facilidad. Cebrián
sus exoesqueletos de una armadura de metal artificial, que les confería una
dureza increíble, capaz de soportar varios disparos de bolter.
Su táctica más efectiva era realizar emboscadas, aprovechando los grandes
bosques formados de altos tallos de hierva de Muerte. Gracias a su velocidad, y
la resistencia de sus armaduras, cuando los Asatres los veían aparecer no tenían
tiempo de realizar los suficientes disparos como para abatirlas, lo que hizo
que la mejor manera de combatirlos fuera con la espada.
Mientras que, en campo abierto, su falta de capacidad de disparo, provocaba
que su efectividad decayera, ya que los astartes podían reaccionar a sus
ataques con más antelación.
La segunda variante a la que se enfrentaron los astartes fueron los
megaracnidos alados. No potaban armadura, ni sus extremidades eran afiladas
espadas, pero eran capaces de volar. Su táctica de combate era coger a los
astartes y llevarlos a los árboles blancos, para clavarlos en sus afiladas
espinas.
En su primera, y casi uncia aparición, resultaron ser muy efectivos,
acabado un par de ellos con más astartes que un centenar de megarácnido que
habían atacado al grupo de Tarvitz unos minutos antes. No obstante, ello fue
debido más al factor sorpresa, que a una verdadera superioridad respecto a sus hermanos
terrestres.
Por último, tenemos a los megarácnidos colosales, apenas se menciona en la página
287, por lo que sabemos más bien poco sobre ellos, tan solo que eran tan
grandes como los titanes imperiales, pero que no fueron capaces de vencerlos.
Hay que destacar además su gran numero, después de 6 meses combatiéndolos
ferozmente a la mayor fuerza del imperio, los astartes seguían sorprendiéndose
de que siguieran atacándoles megarácnidos a millares.
>Historia. (si pretendes leer “Horus, Señor de la Guerra” el primer volumen
de l Herejía de Horus, abstente de seguir leyendo, pues habrá spoilers).
Lo poco que sabemos de antes del encuentro imperial es que los megarácnidos
fueron una serie amenaza para los iterexianos, una civilización humana
preherejía. Los Interexianos acabaron ganando la guerra, pero en lugar de
aniquilar a los megarácnidos los encerraron en un planeta, a modo de reserva natural.
Un tiempo incierto después, fuerzas del imperio, encabezadas por el capitán
Frome de los Ángeles Sangrients, llegaron al planeta, al que apodaron como
“Muerte”.
Se intentaron dos desembarcos fallidos, pues los megarácnidos activaron su
primera línea de defensa, las tormentas escudo, que destruyeron a las naves de
desembarcó. Por ello, el tercer desembarcó, esta vez encabezado por el propio
Frome, se realizó con capsulas, que consiguieron resistir las tormentas y
aterrizar en el planeta.
Una vez allí rápidamente los hombres de From fueron sobrepasados, por lo
que pidieron refuerzos a la flota. Refuerzos que acabaron tan mal como el
propio From y sus hombres.
Ante tal situación, la pequeña expedición lanzó una llamada de ayuda, a la
que respondieron contingentes de Ángeles Sangrientos, Hijos del Emperador
comandados por Eidolon, y el propio Señor de la Guerra Horus.
El primero en llegar fue Eidolon, quien en su arrogancia decidió
desembarcar en el planeta sin esperar ni a Horus ni a los Ángeles Sangrientos,
que ya estaban de camino.
A causa de las fuertes tormentas sus tropas se dispersaron por el planeta,
donde fueron acosadas incansablemente por los megarácnidos. Por suerte, un
pequeño grupo formado por Tarvis, Lucius y algunos de sus hombres, tras varios
días de caminatas y emboscadas por el bosque, llegaron a un claro, donde
descubrieron los restos de sus hermanos caídos colgados de grandes arboles
blanquecinos.
Tarvitz había dado con la clave de la peligrosa tormenta escudo, al destruir
dichos árboles para que sus camaradas pudieran descansar en paz, pues provocó
que cesarán las tormentas de la zona.
La gran explosión, además, sirvió de faro para el resto de Hijos del
Emperador, lo que ayudó a que se reunieran los pequeños grupos dispersos y
formaran un grupo más compacto.
Horas después, los Lobos Lunares, al mando del mismísimo Horus, llegarían
al planeta, y aprovechando el claro creado en las tormentas escudo, lanzarían
un primer ataque comandado por Torgaddon para rescatar a los Hijos del
Emperador. Una vez en la superficie, he informados del origen de las tormentas
escudo, Torgaddon lanzaría una serie de ataques seguidos contra los árboles
cercanos, abriendo un claro cada vez más grande que permitiría a las fuerzas de
Horus descender y realizar una campaña más ambiciosa.
Tiempo después se uniría a la contienda el mismísimo Sanguinius junto a
parte de sus Ángeles Sangrientos.
Los Lobos Lunares de Horus, y los Angeles Sangrientos lucharían en el
planeta durante 6 meses, consiguiendo grandes avances. No obstante, la guerra
se interrumpiría bruscamente, no por una victoria de los megarácnidos, sino por
la llegada de los interexianos que se llevarían la atención de Horus y los
suyos durante un tiempo.
A partir de aquí, poco sabemos de su destino. Seguramente, aquel descanso
serviría a los megarácnidos para repoblar sus fuerzas ante un segundo ataque
del imperio.
Si de alguna forma conseguían sobrevivir hasta el estallido de la guerra
civil, podrían gozar de un nuevo periodo de paz en el que rearmarse. Acabada la
guerra civil, el periodo de paz se prolongaría, ya que es poco probable que
después de la destrucción causada por Horus la humanidad se interesará en
enviar a sus fuerzas, ya de por si debilitadas, a conquistar un planeta como
Muerte, sin un interés económico o estratégico aparente.
Quizás, con suerte, dicha situación se haya prolongado hasta el año 40.000,
quien sabe. Lo cierto es que, Dan Abnett no nos aclara su destino en “Horus,
Señor de la Guerra”, por lo que más allá de especulaciones, es del todo
incierto.
¿Que os han parecido estos bichos? ¿sabías de su existencia? ¿os gustaría tener
un ejército de me arácnidos?.
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